ÁUREO

“La piedra estaba viva. Dunas de mármol. Olas de piedra. Había que escalar las montañas sagradas. Ayers Rock. Athos. Kilimanjaro. Fujiyama. Yo no sabía ya quién era . Deliraba. Era a causa de ese oro…No era el oro del crepúsculo ni el oro del otoño. Tampoco el metal precioso que arrastra a los hombres hacia la codicia. No. Era otra clase de oro. Era el oro sagrado, el oro de los antiguos, un oro telúrico que surgía como un tumor de las entrañas de la tierra y que no podía ser tocado sin resultar contagiado por su belleza.“

Manuel Moyano