«Un abismo como sutura» exposición individual. Centro Párraga (Murcia). 2019

Un abismo como sutura

Isabel Durante

La obra de Carmen Baena se ha caracterizado desde sus inicios por una reflexión en torno a la posibilidad de habitar. Habitar el cuerpo, el tiempo, el espacio, siempre desde un punto de vista sutil y enigmático. En esta ocasión, esa habitabilidad tiene que ver con la sutura y el abismo.

La costura ha sido a lo largo de los años el campo de batalla donde lo femenino ha experimentado, casi como una forma de escritura cifrada, una codificación permeable donde se ponía de manifiesto la rutina de la acción. A pesar de los nuevos espacios, de las nuevas realidades, de los nuevos posicionamientos, los trasfondos simbólicos y culturales en relación al ámbito femenino no han variado considerablemente.

Por ello, Carmen Baena procura activar estrategias que permitan destacar tal circunstancia, desde un punto de vista autobiográfico. La infancia, el momento de aprender este tipo de labores ligadas tradicionalmente a lo femenino, se hace patente en su trabajo, sin improvisación. Sus obras son gestos, marcas monocromáticas, en la mayoría de los casos, que conforman una experiencia

El tiempo es vencido porque la parte performativa del proceso creativo, la puntada vuelve atemporal aquello que se muestra.

La enigmática propuesta formal, a este respecto, surgida desde la autorreflexión creativa, es capaz de dilucidar el valor de la representación a través de la sencillez visual que redefine la realidad, encerrando el universo en el círculo, una forma que lo amplia para hacer posible lo imposible. El círculo es la huella, el vestigio, el rastro palpable sobre el que se transcienden los límites convencionales y donde se permite generar una visión íntima, un espacio de pensamiento constante sobre las inquietudes que ya se encontraban en las níveas esculturas de Baena y que siguen inmutables en la materialidad de la puntada, del hilo que atraviesa el papel. La narración queda desplazada al plano bidimensional, pero continúa revelándose como el deseo de buscar los márgenes de aquello que perdura oculto.

Su obra avanza hacia el abismo, casi como una obsesión, intentando estimular la incertidumbre como punto de partida de la búsqueda de una mirada que atraviesa lo epidérmico hacia un entramado de tensiones donde reafirmar las distintas versiones del mundo. Así, podemos abandonar el espacio aprendido de la cotidianidad, enfrentarnos a otras realidades que desde el abismo refieren la emoción.

Baena pone en evidencia la amplitud simbólica de la representación, desarrollando narrativamente el espacio y el tiempo que se unen en una dimensión conjunta, deudora de la tendencia conceptual.

La urgencia por reflexionar y asimilar los aspectos que definen la práctica artística en la producción de Carmen Baena entronca, de manera directa, con el interés que en su discurso se suscita por conceptos, a priori, de baja intensidad, que sin embargo son capaces de procurar complejos parámetros y activar, al mismo tiempo, una construcción discursiva de una serie de temas que ahondan en la condición humana.

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